domingo, 11 de julio de 2021

Ley de seguridad nacional

   La nueva Ley en ciernes se prodiga como sinónimo de totalitarismo que viola la libertad más esencial y atenta contra la propiedad privada. El curso y el discurso tiránico que defiende la hipervigilancia y la disposición contraria a la voluntad del individuo, en interés de un Estado cada vez más debilitado y servil a los intereses que se superponen a su esfera, carentes de otra disciplina que no sea la meramente económica, se está imponiendo a una sociedad apática y sumisa a la dictadura de la corrección política y el pensamiento único. En este sentido, juega un papel determinante el rol que la tecnología añade como telón de fondo bajo el cual es posible la total falta de libertad bajo el yugo del imperio de los algoritmos.

Agricultura

   Alimentarse no es sinónimo del acto en sí de comer. El ser humano necesita ingerir vitaminas y minerales, grasas o azúcares, aminoácidos esenciales, proteínas, etc. La carencia de los elementos básicos que constituyen la dieta humana, es sinónimo de enfermedad.

   La humanidad primero fue recolectora, antes que cazadora, y después se prodigó en el cultivo, gracias a la reciente agricultura. La clave primordial de la naturaleza, en cuanto a la producción de frutos de todo tipo se refiere, no es sino la condición orgánica del suelo que la sustenta, constituyendo éste, el suelo orgánico, un auténtico misterio no resuelto todavía por la ciencia. En el ciclo natural de la biología los animales comen, expulsan sus desechos orgánicos y mueren conformando una estructura, gracias a su descomposición, que enriquece el suelo colmándolo de minerales y microorganismos. Este ciclo, del que forma parte como un elemento esencial el agua, hace que el flujo que corre a lo largo del cauce fluvial esté cargado de materia orgánica, de amonio y nitritos fruto de los deshechos de los peces, cuya transformación gracias a las bacterias en nitratos constituye el alimento perfecto de las plantas que crecen en las orillas.

   A lo largo de las civilizaciones que han habitado o habitan el planeta, encontramos a tribus africanas, nómadas, que deben recorrer largas distancias en kilómetros para perseguir a la presa herida por sus armas, hasta que ésta cae y sirve de alimento a sus cazadores, y otros pueblos cuyo esfuerzo se limita a estirar el brazo para alimentarse, gracias a que la naturaleza se ha molestado en evitar el trabajo de tener que esforzarse por conseguir la comida. La India o México, son ejemplos de esto último, como consecuencia de la proliferación de una biodiversidad rica en frutos que reúnen todas las propiedades necesarias para una buena dieta.

   Andando el tiempo, surgió la agricultura que agotaba con su práctica los recursos del suelo. Para paliar tal situación, se emplearon soluciones como el barbecho o la quema del suelo. Los siglos pasaron sobre tales técnicas de cultivo, hasta que en pleno siglo XX irrumpieron los agroquímicos y los plaguicidas, intoxicando tanto el suelo como la flora y fauna colindantes al cultivo de los frutos también contaminados. El desarrollo de la práctica permacultural, paralelo a la agricultura intensiva, supuso el retorno al origen mismo de la naturaleza, fruto de su observación y de la imitación en la medida de lo posible de su forma de actuar, abriendo la vía de la agricultura del presente y del futuro.