miércoles, 20 de octubre de 2021

Géminis

   “Henry Brogan, un asesino a sueldo ya demasiado mayor para seguir con su duro trabajo, decide retirarse. Pero esto no le va a resultar tan fácil, pues tendrá que enfrentarse a un clon suyo, mucho más joven”. Filmaffinity.

   La programación predictiva se cumple en no pocas ocasiones en aquellas películas cuyo argumento no se basa en una mera especulación imaginativa, sino en la antesala de aquello que está por llegar, si es que no lo ha hecho ya. Virus, cuarentena, inteligencia artificial, injerto de chips, clones, máquinas, modificación genética, nanotecnología, adulteración de la información, élite dominante, tecnología futurista, desastres naturales climáticos y otros ingredientes, salpican con creces el argumentario cinematográfico, cuando no directamente como trama argumental, sí como elementos dejados a la mente del espectador.

viernes, 1 de octubre de 2021

Desabastecimiento

   En 2001, una manada de monos echa a otro grupo de primates del charco, simbolizando la vida salvaje, hasta que aparece un monolito que representa la acción inteligente que hizo que ese mono adquiriera inteligencia. El director de la película expresa el origen extraterrestre de la humanidad, cuando es recibida una señal de otro monolito en el preciso momento en el que ya estamos lo suficientemente desarrollados para identificarla. Parte una nave hacia la búsqueda del creador, pero la mente racional, interpretada por el ordenador de la nave se revela, y al final de la película tenemos una estampa de simbolismo, feto incluido, que viene a decir que estamos llamados a convertirnos en Dioses, lo cual es un problema porque no somos Dios, afortunadamente.

   La política internacional, la de verdad, equivale al estado de naturaleza salvaje, retratada en el charco inicial de la película, sin monolito. La élite no pretende hacer otra cosa que apropiarse de los recursos naturales, allí donde estén, para beneficio de sus empresas y negocios y esa es la economía real. Si se analiza un mapa y se busca dónde está el petróleo, el agua, las tierras raras, los metales, el oro, etc., se comprobará fácilmente que es el lugar donde hay guerras y conflictos. Ninguna guerra tiene nada que ver con otra cosa que no sea controlar el terreno, geopolítica, asegurar las rutas comerciales o apropiarse de los recursos naturales, y si hay una guerra es porque beneficia a alguien.

   No hay ningún movimiento espontáneo ni casual. Si hay una manifestación o revuelta en cualquier parte del mundo es porque alguien pone el dinero, y ese benefactor sale beneficiado. Quien se hace con el control de tales recursos se convierte sin remedio en el dueño del planeta. Todo está dirigido. Los amos del mundo compiten por el dominio mundial y por hacerse con los recursos estratégicos.

   No hay ninguna democracia u ordenamiento internacional, no hay ningún presidente ejecutivo, elecciones libres, ni parlamento representativo o legislación dada por tal poder, es todo un teatro. La ley de la selva es la regla del juego que rige la lucha de la élite por hacerse con el dominio de todo. Pretenden, además, controlar el número de habitantes del planeta, porque según ellos somos demasiados, y el equilibrio entre el medio ambiente y el crecimiento económico. La élite no quiere ver la pobreza, por eso no existe una política de desarrollo para el tercer mundo y, por el contrario, sí una planificada campaña de esterilización y control demográfico, manifestada en las leyes de planificación familiar, abortivas, relativas a la eutanasia o a la ideología de género, cuyo fin no es el reconocimiento de ningún derecho de las minorías, sino instrumentalizar a éstas para atacar a la familia.

   Nos quieren en número limitado y reducido, controlado por el bien del planeta y sobre todo de la economía. No hay ningún calentamiento global provocado por el hombre, reconocido por refutados científicos, sino que éste no es sino la excusa para desarrollar por medio de gobiernos progresistas la Agenda de la élite, que no es otra que la Agenda 2030, cuyo lema es "no tendrás nada y serás feliz".

   La élite está dinamitando el modelo económico para sustituirlo por otro, el capitalismo inclusivo, que no es sino un socialismo dirigido en el plano económico. Nos quieren trabajando en casa, sin consumir mucho, empobrecidos, porque si vivimos al ritmo anterior a la última crisis, el modelo económico necesitaría cuatro planetas como la Tierra para ser viable y sólo hay una. Están cambiando, por ello, el sistema financiero, el Gran Reseteo, con la finalidad de pasar del actual al nuevo modelo cuántico en el que desaparecerán los bancos y el dinero en efectivo para reconvertirlo en criptodivisas.

   En el terreno práctico, todo ello se traduce en pandemias, cuarentenas, subida de impuestos, castigo al ahorro, cámaras de vigilancia, pasaporte Covid, restricciones de movilidad, teletrabajo, incremento artificial de la tarifa eléctrica, problemas de suministros, inflación, recorte de derechos y libertades, subida del precio de los alimentos, escasez, desempleo, desaceleración económica y, en general, un ataque en síntesis a la propiedad privada.