En
2001, una manada de monos echa a otro grupo de primates del charco, simbolizando
la vida salvaje, hasta que aparece un monolito que representa la acción
inteligente que hizo que ese mono adquiriera inteligencia. El director de la
película expresa el origen extraterrestre de la humanidad, cuando es recibida
una señal de otro monolito en el preciso momento en el que ya estamos lo
suficientemente desarrollados para identificarla. Parte una nave hacia la
búsqueda del creador, pero la mente racional, interpretada por el ordenador de
la nave se revela, y al final de la película tenemos una estampa de simbolismo,
feto incluido, que viene a decir que estamos llamados a convertirnos en Dioses,
lo cual es un problema porque no somos Dios, afortunadamente.
La
política internacional, la de verdad, equivale al estado de naturaleza salvaje,
retratada en el charco inicial de la película, sin monolito. La élite no pretende
hacer otra cosa que apropiarse de los recursos naturales, allí donde estén, para
beneficio de sus empresas y negocios y esa es la economía real. Si se analiza
un mapa y se busca dónde está el petróleo, el agua, las tierras raras, los
metales, el oro, etc., se comprobará fácilmente que es el lugar donde hay
guerras y conflictos. Ninguna guerra tiene nada que ver con otra cosa que no
sea controlar el terreno, geopolítica, asegurar las rutas comerciales o apropiarse
de los recursos naturales, y si hay una guerra es porque beneficia a alguien.
No
hay ningún movimiento espontáneo ni casual. Si hay una manifestación o revuelta
en cualquier parte del mundo es porque alguien pone el dinero, y ese benefactor
sale beneficiado. Quien se hace con el control de tales recursos se convierte
sin remedio en el dueño del planeta. Todo está dirigido. Los
amos del mundo compiten por el dominio mundial y por hacerse con los recursos
estratégicos.
No
hay ninguna democracia u ordenamiento internacional, no hay ningún presidente
ejecutivo, elecciones libres, ni parlamento representativo o legislación dada
por tal poder, es todo un teatro. La ley de la selva es la regla del juego que
rige la lucha de la élite por hacerse con el dominio de todo. Pretenden,
además, controlar el número de habitantes del planeta, porque según ellos somos
demasiados, y el equilibrio entre el medio ambiente y el crecimiento económico.
La élite no quiere ver la pobreza, por eso no existe una política de desarrollo
para el tercer mundo y, por el contrario, sí una planificada campaña de
esterilización y control demográfico, manifestada en las leyes de planificación
familiar, abortivas, relativas a la eutanasia o a la ideología de género, cuyo
fin no es el reconocimiento de ningún derecho de las minorías, sino
instrumentalizar a éstas para atacar a la familia.
Nos
quieren en número limitado y reducido, controlado por el bien del planeta y sobre
todo de la economía. No hay ningún calentamiento global provocado por el hombre,
reconocido por refutados científicos, sino que éste no es sino la excusa para
desarrollar por medio de gobiernos progresistas la Agenda de la élite, que no
es otra que la Agenda 2030, cuyo lema es "no tendrás nada y serás
feliz".
La
élite está dinamitando el modelo económico para sustituirlo por otro, el
capitalismo inclusivo, que no es sino un socialismo dirigido en el plano
económico. Nos quieren trabajando en casa, sin consumir mucho, empobrecidos,
porque si vivimos al ritmo anterior a la última crisis, el modelo económico necesitaría
cuatro planetas como la Tierra para ser viable y sólo hay una. Están cambiando,
por ello, el sistema financiero, el Gran Reseteo, con la finalidad de pasar del
actual al nuevo modelo cuántico en el que desaparecerán los bancos y el dinero en
efectivo para reconvertirlo en criptodivisas.
En
el terreno práctico, todo ello se traduce en pandemias, cuarentenas, subida de
impuestos, castigo al ahorro, cámaras de vigilancia, pasaporte Covid, restricciones
de movilidad, teletrabajo, incremento artificial de la tarifa eléctrica,
problemas de suministros, inflación, recorte de derechos y libertades, subida
del precio de los alimentos, escasez, desempleo, desaceleración económica y, en
general, un ataque en síntesis a la propiedad privada.