domingo, 9 de junio de 2019

Europa


   “El poder legislativo y ejecutivo caerán frente a las grandes empresas”. Santiago Niño Becerra.

   Europa está entrando ya en una nueva Edad Media, según apuntan determinados autores, con una población musulmana creciente frente a una población europea que hace tiempo que ha aparcado la natalidad a un lado del crecimiento demográfico. En este contexto, el actual modelo se compone de un sistema institucional desentendido de toda soberanía nacional, cuyo reducto, como pueda ser el Parlamento Europeo, carece de cualquier importancia en la toma de decisiones. El Viejo Continente se debate en un clima de guerra económica entre las grandes potencias que se reparten el poder por el control mundial, y el hecho de haber quedado reducido al escenario a desmembrar. Si bien las categorías de derecha e izquierda han desaparecido del horizonte político, en detrimento del globalismo frente al nacionalismo, la nueva realidad europea se dibuja entre el euroescepticismo y los defensores a ultranza de la Unión Europea, que no es otra cosa que la burocracia del establishment al servicio de las grandes corporaciones.


Flujos de capital


   Como explica el profesor Alfredo Jalife, la Economía responde mejor para interpretar la realidad a la dinámica de fluidos de la Física, que a la interpretación que lleva a cabo la propia Ciencia Económica. Los poseedores de la riqueza, que se concentra en el ya reiterado 1% de la población mundial, colocan grandes cifras en la formación de fondos de capital, que son manejados por agentes de inversión que los hacen circular a escala global, con el fin de obtener importantes márgenes de beneficios. Algunos de estos fondos dejan empequeñecidas a las economías de los Estados y provocan, en no pocas ocasiones, la quiebra de algunos de ellos, el derrumbe de entidades financieras o la pérdida de los recursos con los que sufragar los gastos que los derechos sociales, conquistados con tanto esfuerzo a lo largo de los años, permiten disfrutar a la población de un margen de bienestar. La nueva forma de hacer dinero, ya no se concentra en la fórmula de crear empresas y repartir el capital social en acciones que se cotizan en un mercado bursátil, sino en mover ingentes cantidades de dinero en inversiones que requieren la desregulación y la total desaparición de las fronteras entre los países. Es, en realidad, un coto reducido en el que pueden interactuar muy pocos actores que sobrepasan a cualquier economía nacional.