"La libertad es un modo de vida
y de sociedad que nos hemos dado en la Comunidad de Madrid".
Isabel Díaz Ayuso.
Si
algo ha demostrado el tiempo a su paso inexcusable por el andar del liberalismo,
no es que tal sistema sea o constituya un balance o equilibrio entre los
diferentes poderes, sino que se da, de motu proprio, bajo el prisma en la
práctica de una alternancia en el gobierno y, de cuyo juego, a priori,
participan fuerzas aparentemente contrapuestas que terminan simplemente convergiendo
en un elenco de matices, con más puntos concomitantes que diferencias reales
entre sí.
Frente
al régimen de corte socialista imperante, todo él bajo el dominio inevitable del
entramado de los grandes conglomerados empresariales y las finanzas, la
oposición no constituye sino más de lo mismo, al reivindicar su parcela
privativa en el reparto de las ganancias que a modo de rédito el juego del
propio sistema distribuye, bajo el paraguas de los mismos principios, valores y
agenda que dicta el poder dominante. Think tanks, como la Fundación para el
Análisis y los Estudios Sociales, proclaman a los cuatro vientos las bondades de
la libertad política, económica y de pensamiento, o valores como la libertad y
la democracia como pilar del Estado de derecho.
El
resultado en el análisis práctico de la rectoría de la Comunidad de Madrid, sirva
como ejemplo, como oposición al socialismo imperante en su asociación con el
populismo de corte abiertamente de clara ideología comunista que gobierna la
nación, y para más inri bajo la libertad de los pregoneros de la libertad
misma, valga la redundancia, ha dado como resultado en la vida cotidiana y
bajando al terreno de lo concreto, la especulación inmobiliaria que no ha hecho
sino evolucionar el precio de la vivienda hasta provocar niveles inaccesibles
para los jóvenes e inalcanzables para la mayoría de la población, y restricciones
a la circulación y a la movilidad que han limitado el sentir libre de poder
circular por la capital de España.
Libertad truncada de movimientos que afecta a
las personas pero no a los capitales que representan los grandes fondos de
inversión como BlackRock, Vanguard y Norges Bank, que se han convertido en los
nuevos dueños de la banca española, las empresas estratégicas, las viviendas o
los centros de educación a todos los niveles y que son los responsables de que tales
limitaciones y restricciones se extiendan además, a los servicios esenciales de
la ciudadanía, como la sanidad, ámbito en el que se ha provocado el cierre de
las urgencias o miles de camas en hospitales públicos, creando una larga lista de
espera de personas para realizarse pruebas diagnósticas o intervenciones
quirúrgicas.
Por
si fuera poco, con lo hasta aquí mencionado y, en este contexto de alarde de
libertad presumida, uno de los partidos del sistema, como es Vox, ha denunciado
públicamente la existencia de adoctrinamiento en las aulas de Madrid, en una
clara vulneración de lo que supone el derecho a la libertad de educación. Madrid
está a la cabeza del ranking de privatizaciones y liberalizaciones que ha
creado un sistema que pretende privatizar hasta el medioambiente y los servicios
públicos, bajo la creación de un modelo que ya sufre el rechazo de la población
y que responde a la capacidad adquisitiva como único medio de acceder a una
educación, sanidad o vivienda de calidad, al margen de las colas del hambre que
baten récords en la Gran Vía, y que presume de una libertad bajo la atenta
mirada de más de dos mil cámaras de vigilancia que graban a los ciudadanos cada
vez que utilizan un cajero, caminan por el centro de la ciudad o compran en un
supermercado.