“Sánchez se reúne en secreto en Moncloa con el mayor especulador del mundo: George Soros”. Okdiario.
El perfil xenófobo
del independentismo catalán, que no representa sino a la escasa mitad de
Cataluña, habida cuenta que el treinta por ciento de su conjunto es depositaria
del resultado de la inmigración, sumado al independentismo vasco de anquilosada
raíz de tinte racista, se han convertido al unísono en la llave de la
gobernabilidad de España de la mano de un gobierno globalista, que sirve los
intereses de una élite de marcado corte financiero, bajo el paraguas de un
supuesto obrerismo, atento al significado vacío de contenido de las siglas del
partido en el poder, que no tan sólo en el gobierno, de la mano de un régimen
que ha sido construido bajo la batuta de la última Constitución.
No
son pocas las voces autorizadas que han denunciado la demolición del partido
socialista desde sus más íntimas entrañas. Atomización, que ha convertido a su
líder en el dueño absoluto del aparato que dirige el timón del puño y la rosa y,
que además, gobierna de forma cada vez más distante del juego democrático el
país, por mediación de un claro y más que evidente vaciado de contenido del
Parlamento español, que redunda en el gobierno al margen de cualquier posible discusión
parlamentaria, reduciendo la legislación al puro decreto, ejerciendo el control
directo de las instituciones públicas, la extensión de la influencia en el
poder judicial, y la censura de los medios de comunicación, cuando no su
directa batuta por la vía de la publicidad institucional.
El
patrón no es nuevo, sino significativamente similar al ya visto tantas veces en
otras latitudes, como en el sur del continente americano, donde los sucesivos
regímenes de corte comunista han llegado al poder para, aprovechando las
constituciones en vigor, reformar desde dentro el país de turno para
convertirlo en un régimen de dudosa legitimidad democrática, cuando no de una
auténtica dictadura revestida de entrecomilladas libertades, al servicio de un
grupúsculo al frente del gobierno que no ha hecho sino esquilmar la riqueza del
país que ha gobernado, repartiendo entre los suyos los puestos clave, antes de
reducir a la población al más férreo y absoluto control, para sumirla después
en la más absoluta e ignominiosa miseria material y moral.
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