martes, 19 de mayo de 2020

Darwinismo social


                                       
   La nada casual desaparición de la hucha de las pensiones, el cada vez mayor coste para los emprendedores que quieran establecerse como autónomos, la asfixia de las pequeñas y medianas empresas, la soga impositiva, las inspecciones, licencias y permisos que ocasiona la traba excesiva de los trámites administrativos, la cambiante y arbitraria legislación, el cajón de sastre legal europeo, estatal, autonómico y local, y un largo etcétera, dibujan el tormentoso panorama que se cierne sobre la economía productiva. El alto índice de paro, sumado a la incertidumbre de los efectos de la pandemia, hacen que el Estado, ya de por sí debilitado, haya perdido su impronta o carácter de bienestar, tras los recortes sufridos. Así las cosas, la sociedad se ve sometida al cierre o traslado de empresas importantes, la desaparición de puestos de trabajo y la aparición de nuevos modelos, como el teletrabajo. 
   El contexto internacional de cambio de paradigma económico, guerra comercial entre las grandes potencias, sumado al nacional de transformación social y laboral, está provocando el cataclismo propio de la extinción de las especies por una grave alteración de la naturaleza, que trae consigo el aumento de la demanda de empleo y la reducción de la oferta de trabajo. La nueva configuración del orbe social, fruto de una sociedad que ha implosionado, está constituida por un modelo definitivamente en quiebra, caracterizado por una economía improductiva, generadora de gasto público, próxima a la deuda perpetua y sostenida artificialmente, que conlleva la inevitable aparición de perdedores, ganadores y excluidos absolutamente del sistema.

miércoles, 13 de mayo de 2020

Nuevo Orden Mundial


   El mundo está en manos de una reducida pléyade compuesta por los principales banqueros, una minoritaria élite económica y las sociedades secretas. Tienen todo el poder económico y político. Acaba de comenzar una nueva Era que va a durar como mínimo varios siglos. Pretender luchar directamente contra la dinámica de la Historia es tan absurdo, como si alguien pretendiese destruir el Imperio Español el día siguiente a la toma de Granada.
   La élite es propietaria de todos los medios de comunicación, controla las empresas estratégicas, los servicios de inteligencia, los cuerpos policiales y militares en sus cúpulas, todas las instituciones de los estados están en sus manos y ejerce su control directo sobre los gobernantes de las naciones, en pleno proceso de extinción. No se puede luchar contra el orden de cosas con medios tradicionales, como un partido político, las asociaciones o los sindicatos, porque directamente el sistema neutraliza toda amenaza. Tampoco se puede pretender subvertir la situación siguiendo las directrices de Gramsci, porque era un revolucionario y concebía la cultura como un arma más de combate, con la que poder transformar la sociedad por medio de la batalla cultural.
   La primera llamada a la acción, es crear un estado de conciencia. Tomás Moro, encarcelado y después ejecutado, lo tuvo e hizo que sus creencias pervivieran. No se puede luchar contra un estado de conciencia. El estalinismo convirtió las iglesias en balnearios y piscinas, y no pudo eliminar la conciencia religiosa del pueblo. Cuando el Muro de Berlín cayó, las iglesias regresaron a su pleno esplendor tras el telón de acero.
   Hay que crear un estado de conciencia, que invite a despertar para luego provocar una reacción en forma organizada. Aunque vivamos en la era de la imagen que explique el fenómeno del auge de las nuevas formaciones políticas, sería importante disponer de un periódico diario nacional de peso, capaz de crear una masa crítica que permita luego el nacimiento de movimientos sociales, partidos políticos, etc. El proceso no sería bidireccional, sino de un único sentido, es decir, no habría que crear un partido político primero, sino después de haber conseguido formar el magma necesario para hacer que surja no una corriente ideológica, sino un movimiento defensor de los valores del pueblo y sus verdaderas necesidades.
   Ese movimiento, no debería mirar al pasado y anclarse en paradigmas históricos, sino que habría que englobar a toda persona necesitada de sentirse representada, bien porque la izquierda se ha entregado al servilismo del dinero y ya no ampara sus ideas, o en otro espectro porque no encuentra quien respalde sus valores tradicionales.
   Sería necesario, para concluir, que el pueblo en su conjunto supere sus trazos de pensamiento político, en las tradicionales categorías, para lograr que despierte primero a la realidad que nos atenaza, y reaccione después bajo la forma de una organización necesariamente innovadora, con el fin de lograr que pueda defenderse y recuperar las conquistas sociales perdidas, y un marco de convivencia en el respeto mutuo. De no darse dicho movimiento, nos esperará como inequívoco destino la esclavitud y la eutanasia involuntaria.

martes, 12 de mayo de 2020

Propiedad privada


   “El palacete de los Urdangarin también se debería okupar”. Ada Colau. (Fuente: elmundo.es).

   Si primero fueron los pilotos de compañías aéreas los que sufrieron las tenazas de la carga de los medios de comunicación, después le llegaría el turno a los controladores aéreos, como antesala posterior de los estibadores y, ahora, de los jugadores de fútbol. ¿Qué tiene que ver una pandemia con la reducción de la ficha de los deportistas? Aparentemente nada, excepto que comparten como común denominador, con las profesiones anteriormente señaladas, el hecho de tener los salarios más altos.
   De igual forma, en absoluto parece guardar la crisis algún tipo de relación con la prohibición de celebrar cultos religiosos, unida a otros ataques contra la libre manifestación de las creencias religiosas, especialmente la católica. La restricción de la libertad, en su manifestación libre de creencias o tenencia de la propiedad privada, no es casual. Por ello, la imposición de impuestos a las rentas más altas de la sociedad o la legalización del empadronamiento de okupas, son la manifestación del continuo ataque contra la propiedad privada y la libertad del individuo, que no son sino los pilares sobre los que se asienta la civilización que se pretende destruir, para levantar un nuevo paradigma de sometimiento y control.  

Las dos Españas



Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
(Antonio Machado).


La dicotomía que antagónicamente rompe en dos la sociología española, fruto del devenir histórico, no hace sino confrontar en una suerte de destino sin fondo al pueblo español, hoy más necesitado que nunca de romper sus ataduras para enfrentarse a las dificultades del presente y a los retos del futuro. La difícil situación que vive la sociedad en su conjunto, no puede sino llamar a superar las contrariedades, con la inexcusable voluntad de no ver a aquella caer en la determinación de quedar anclada en un bucle que no impida repetir de nuevo los episodios más dramáticos del pasado. Sólo de ese modo, el pueblo podrá enfrentar la raíz de los problemas que lo aquejan, y aspirar a organizar un modelo de convivencia que el respeto a la Ley exige. De no ser lograda semejante utopía, cuyo esfuerzo exige la voluntad de reinventarse, las diferencias del pasado desatarán sus fuerzas de nuevo sobre el mismo pueblo enfrentado, incapaz de unirse ante las pruebas que lo asolen.

Pandemia


   “La pandemia de coronavirus alterará el orden mundial para siempre”. Henry Kissinger.

   La apertura de los bares, las peluquerías o las administraciones de lotería, antes que los colegios, las universidades o las salas de lectura de las bibliotecas, no hace sino sospechar que todo responde a una estrategia calculada.
   El empleo de datos falsos sobre el número de muertes reales, la falta de medios materiales para proteger al personal sanitario, la regulación ilegal por Decreto Ley como única fórmula legislativa, la anticonsitucional vulneración de los derechos fundamentales mediante la declaración de un estado de alarma que lo impide, el aprovechamiento de la cuarentena para prohibir el derecho de manifestación, la nada inocente ocupación de los sectores estratégicos del país, la aprobación relámpago de ingentes ayudas europeas y estatales, la selectiva fijación del virus por las zonas más productivas del país, el reconocimiento de la tarea del gobierno para perseguir cualquier puesta en duda de su gestión de la crisis, la ciberseguridad o el espionaje indiscriminado de ciudadanos, el rechazo a atender en los hospitales a los enfermos de mayor edad, el abuso y, fuera de la ley, empleo de sanciones por parte de los agentes policiales, la contradicción de la normativa frente a la pandemia que ha sancionado a dos ocupantes de un vehículo privado al mismo tiempo que ha permitido el uso colectivo del transporte público, el criminal número de ancianos fallecidos en las residencias, la total acaparación de la atención de la crisis por parte de los medios de comunicación, la inducción del miedo sobre la sociedad, el uso de la situación para sacar a presos de la cárcel como maniobra política, las operaciones económicas de envergadura, los privilegios autonómicos concedidos, la parálisis parlamentaria, el empleo del ejército para controlar a la población, el daño irreparable al pequeño comercio y a la mediana empresa, la completa destrucción de la línea de flotación de la economía, las largas colas de la población para pedir comida, el aumento irreversible del desempleo, la rápida e importante destrucción de puestos de trabajo, las draconianas medidas de distanciamiento social, las repetición de medidas similares en casi la totalidad de naciones, el contexto internacional que se vive o las declaraciones y reuniones de la élite, corroboran más que desincentivan la célebre declaración de Franklin D. Roosevelt al afirmar que “en política nada ocurre por casualidad y cuando un acontecimiento tiene lugar, es porque estaba previsto para ser llevado a cabo de esa manera”.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Pentágono


   Que existe una marcada agenda internacional, quedó en evidencia a juzgar por las declaraciones públicas que realizó en su día el general Wesley Clark. Según el comandante en jefe de la OTAN y candidato a liderar el Partido Demócrata en su momento, el Pentágono de Donald Rumsfeld tenía la sólida intención de invadir siete países en cinco años, tras los atentados del 11S, entre los que se encontraban Siria, Líbano, Somalia, Libia o Sudán. El final de la larga lista de naciones afectadas, concluía con un presumible ataque a Irán.
   El acontecer de los episodios posteriores a los comentarios del general en una de las cadenas de televisión, no han hecho sino confirmar la hoja de ruta de las instancias superiores que manejan los despachos inferiores al del Secretario de Defensa y que, bajo la misma línea, pero bajo otra óptica, hay que enlazar con las declaraciones del Presidente Trump, que acusan formalmente y de forma notoriamente pública, a Obama y Clinton de haber sido los creadores del ISIS.
   Tras Irán, se esconden el resto de piezas del tablero, como son Rusia y China, a la espera de encontrar un nuevo equilibrio en el contexto de una guerra económica entre los contrincantes, y una cada vez mayor escalada de la tensión, habida cuenta de la salida de algún laboratorio del arma biológica que asola el mundo.  

lunes, 4 de mayo de 2020

We, the people


   “We, the people…”. Preámbulo de la Constitución estadounidense.

   Frente al capitalismo salvaje; descontrolado, que pretende esclavizarnos y trata a los individuos como si al ganado se refiriese, y ante la falta de una alternativa viable, demostrada por una izquierda incapaz, puesta en evidencia por su fracaso demostrado cuando ha gobernado, sobre todo en el error desde el punto de vista económico que ha reconocido su inoperancia, unido a su modelo social caracterizado por ser un sistema de ausencia total de libertad, internacionalista, expandido más allá de las fronteras con la finalidad de importar su ideología; no existe ningún freno al sistema que nos está conduciendo a la ruina absoluta.
   Un nuevo concepto de corporativismo estatal, un cierto control sobre la economía y una tendencia identitaria, lo que hoy se denigra, es lo único que nos puede salvar. De esta forma, los trabajadores de cada sector, serían los que podrían tomar las mejores medidas, sumadas a la unión del capital y el resto de fuerzas productivas, aunadas en un proyecto común frente a la cesión de soberanía y el poder de las organizaciones supranacionales. Con independencia de que existan intercambios comerciales a nivel internacional, debe darse un cierto proteccionismo, para frenar la reaparición de la existencia del hambre, la miseria o la falta de recursos y la ausencia de oportunidades para todos, al tiempo que tiene que producirse la inevitable recuperación de la soberanía monetaria y fiscal para combatir la falta de las necesidades básicas sin cubrir, como el acceso a la justicia, la sanidad o la educación.
   Se necesita una organización social, que actúe como coordinadora de los diferentes sectores de la población y que gobierne para toda la sociedad, basada no en el predominio exclusivo de la razón, que conduce inevitablemente a un grave error, sino en la recuperación de la persona y su núcleo fundamental de la familia, como átomo espiritual de toda manifestación política, económica y social.




viernes, 1 de mayo de 2020

Globalismo


   El globalismo, podría pasar por una mera ideología que propugna la defensa de una serie de intereses por encima de los Estados, y que abarca a múltiples personalidades, entre las que figuran Joseph Nye o George Soros, si no se atendiera a los hechos que tales ideas convierten en movimientos, revoluciones o conflictos.
  Fue Antony Sutton, historiador y economista británico, quien estudió las relaciones entre la financiación de la Revolución de 1917 en Rusia, o el ascenso de Hitler en Alemania, con los banqueros de Wall Street, y quien alertó de los entresijos de las relaciones de poder tejidas en el ámbito económico y político, cuyo propósito no sería otro que acaparar todo el poder en sus manos, con la sola intención de conservarlo frente a una sociedad completamente sometida a sus dictámenes, mediante el tándem constituido por la Banca y el Estado que generaría a su vez un régimen carente de libertades para la población.