“We, the people…”.
Preámbulo de la Constitución estadounidense.
Frente
al capitalismo salvaje; descontrolado, que pretende esclavizarnos y trata a los
individuos como si al ganado se refiriese, y ante la falta de una alternativa
viable, demostrada por una izquierda incapaz, puesta en evidencia por su
fracaso demostrado cuando ha gobernado, sobre todo en el error desde el punto
de vista económico que ha reconocido su inoperancia, unido a su modelo social caracterizado
por ser un sistema de ausencia total de libertad, internacionalista, expandido
más allá de las fronteras con la finalidad de importar su ideología; no existe
ningún freno al sistema que nos está conduciendo a la ruina absoluta.
Un nuevo concepto de corporativismo estatal, un cierto
control sobre la economía y una tendencia identitaria, lo que hoy se denigra,
es lo único que nos puede salvar. De esta forma, los trabajadores de cada sector,
serían los que podrían tomar las mejores medidas, sumadas a la unión del capital
y el resto de fuerzas productivas, aunadas en un proyecto común frente a la
cesión de soberanía y el poder de las organizaciones supranacionales. Con
independencia de que existan intercambios comerciales a nivel internacional, debe darse un cierto proteccionismo, para frenar la
reaparición de la existencia del hambre, la miseria o la falta de recursos y la
ausencia de oportunidades para todos, al tiempo que tiene que producirse la
inevitable recuperación de la soberanía monetaria y fiscal para combatir la
falta de las necesidades básicas sin cubrir, como el acceso a la justicia, la
sanidad o la educación.
Se necesita una organización social, que actúe como
coordinadora de los diferentes sectores de la población y que gobierne para
toda la sociedad, basada no en el predominio exclusivo de la razón, que conduce
inevitablemente a un grave error, sino en la recuperación de la persona y su
núcleo fundamental de la familia, como átomo espiritual de toda manifestación
política, económica y social.
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