jueves, 4 de julio de 2024

Iglesia

 

   Si bien se cae en la cuenta de tratar de poner al día el devenir eclesiástico, como vulgarmente se descuella de los últimos concilios habidos en el seno de la Iglesia, lo cierto es que el mensaje profundo de su evangelio es tan atemporal como inmutable, habida cuenta del anuncio por su profeta del advenimiento del Reino y, por tanto, el llamado a su consiguiente edificación, ya en este mundo, de modo que el cristiano de cualquier época y condición ha sido y es llamado para nadar contracorriente y, de ahí, por añadidura, que ninguna tendencia ideológica pueda erosionar el sentido esencial de la cristiandad, al margen de cualquier consideración que atempere la evidente crisis que vive hoy la Iglesia, no ajena a la que atañe a la humanidad en su conjunto, y que pone de manifiesto en su seno el enfrentamiento que vertebra una corriente tradicional, resistente a los permanentes ataques formalizados en un aperturismo asentado en la fraternidad y el elogio de la modernidad, que no hará sino perder toda su fuerza frente a la resistencia, sin que las fallas abiertas en el terreno de la fe puedan amenazar la unidad religiosa en su integridad.

domingo, 9 de junio de 2024

Montepíos


   En el momento preciso en el que acaba de tener en Madrid la reunión anual del Club Bilderberg, al margen de cualquier atisbo de carácter representativo de la soberanía nacional y, de marcado tinte financiero, sin menoscabo del nutrido grupo de representación de otros sectores relevantes concernientes a diferentes ámbitos, entre los que es necesario resaltar el complejo industrial-militar, la inteligencia artificial o el llamado cuarto poder, entre otros, cabe recordar el impacto que tuvo sobre la sociedad una realidad como la significada y representada por los montepíos establecidos por la Corona a partir de 1761 bajo la supervisión de la Real Hacienda. En una singladura entre las entidades financieras y la ingente labor benéfico social que servía de soporte a los usuarios de todas las capas de la sociedad en materia de préstamos, captación de capitales o gestión del ahorro, constituían un auténtico entramado de cimentación de bienestar social.

martes, 4 de junio de 2024

Voluntad

 

   La voluntad es la facultad humana consistente en querer o no querer algo, tras un proceso, fruto posterior a su verdadero conocimiento y ejercido desde la propia libertad individual, cuyo tributo primero, por tanto, no es otro que la propia libertad misma. Para Platón, la voluntad consiste en querer el bien, mientras que dicha elección, según Aristóteles, tiene necesariamente que conducir a la felicidad. Por otra parte, la voluntad divina es el atributo ejercido por Dios, cuya providencia determina el ejercicio de los acontecimientos habidos en el orden natural y, por tanto, sustraídos a la voluntad humana. En el plano del acontecer social, como expansión y superación del orden individual, la voluntad del pueblo se erige como el fundamento legitimador de las leyes y, éstas últimas en términos de Leibniz, deben ser las responsables de la conducción humana hacia su propia libertad, por lo que la voluntad, la libertad y la ley natural, aprehendidas por la razón, son el fundamento último de la felicidad humana.

martes, 7 de mayo de 2024

Seguridad Social


   Desde los albores mismos de la civilización hay quien ha visto, sin verdadero criterio, el origen de la Seguridad Social, al menos en su sentido más técnico posible, en ejemplos como el protagonizado por el imperio de Roma, cuando concedía a los soldados que habían prestado su servicio en el ejército a lo largo de su vida militar, un terreno y un estipendio pecuniario. Hay autores que han atribuido a tal pago un carácter prestacional de jubilación, en detrimento de su verdadero carácter de recompensa. Los soldados romanos no tendían un derecho reconocido a la jubilación, sino que tan sólo aquellos que completaban todos los años de servicio militar, eran recompensados por Roma. Otros autores, como el profesor Antonio Piñero, atribuyen el triunfo del cristianismo en sus primeras andanzas a la invención de una suerte de Seguridad Social, que atrajo sobre todo a los más necesitados y que provocó la extensión y la influencia social de la nueva religión que aportaba un socorro inexistente fuera de su esfera de actividad. A lo largo del tiempo, la monarquía y los imperios del Antiguo Régimen, se prodigaron en el desarrollo de obras sociales, materializados en la construcción de hospitales para desamparados, hospicios, centros de enseñanza y otras obras de singular sentido. Tal empresa, sin menoscabar su vital importancia, se encuadraba dentro del hacer social en el marco de una fuerte impronta de raíz cristiana, que en absoluto tenía ningún carácter similar a lo que hoy podemos considerar como verdadera Seguridad Social.

   El siglo XIX había amanecido bajo el influjo napoleónico, entre una confrontación entre las ideas ilustradas y la tradición, para finalizar la época decimonónica en una auténtica eclosión de movimientos sociales, cuando menos sumergidos en un flujo de deconstrucción de marcado tinte revolucionario. El comunismo, anarquismo, sufragismo o el feminismo nacían entre los últimos estertores imperiales, la descomposición de una época, la incipiente incursión del liberalismo y el nacimiento de un nuevo horizonte que traería dos conflagraciones mundiales en los primeros inicios del siglo XX.

   Consolidados tales movimientos, la aristocracia, Bismark en Alemania y Churchill en Gran Bretaña, popularizaron los seguros a tenor de dispensarlos al conjunto del pueblo, con el objeto de atemperar la amenaza de ver convertidos sus respectivos países en feudos sovietizados. En la esfera del sector financiero ya existían desde el siglo XVII las primeras compañías de seguros, como la emblemática Lloyd´s británica, cuyo origen se remonta al aseguramiento de los cargamentos y sus posibles pérdidas habidas en el transporte marítimo y que, andando el tiempo, darían lugar a otras compañías anónimas que cubrirían el ramo de los seguros de vida y otras contingencias protegidas.

   Así las cosas, cuando Bismark había dotado al pueblo alemán de seguros sociales, Churchill encargó a un ingeniero social, William Beveridge, la elaboración de un plan con el fin de crear un sistema de Seguridad Social, que en uno de sus primeros informes acuñó el término de Estado de Bienestar. El éxito de Beveridge fue recompensado con su nombramiento como miembro de la Cámara de los Lores y, desde entonces, las democracias occidentales se asientan bajo la arquitectura del Welfare State.

   La edificación de la Seguridad Social, no sólo se aferró y circunscribió a la esfera de Gran Bretaña y Alemania, o más tarde a Francia de la mano del propio De Gaulle quien, bajo una clara influencia de Beveridge, implantó un sistema de Seguridad Social que marcaría la impronta de la Cuarta República francesa, sino que los totalitarismos del siglo XX se entregaron con auténtico esfuerzo a desarrollar un sistema de protección social. El fascismo italiano tuvo una más que significativa importancia en el asentamiento de las bases para la implantación de políticas sociales que cristalizaron en una Seguridad Social para todos los italianos. Tales políticas se vieron también improntadas en la genética de otras corrientes, como la falangista, que de igual modo a como había ocurrido en Italia, supusieron el germen que cristalizaría en un sistema público de Seguridad Social en España.

   El nacimiento de la Seguridad Social, como tal, no ha sido sino una concesión de marcado carácter temporal, en el sentido de suscripción a una época concreta, en el que la amenaza del triunfo del comunismo, la influencia de ciertos movimientos sociales en consonancia, el juego geoeconómico y el reparto geopolítico llevó a una élite a crear un sistema que consolidase la paz social en las grandes democracias y movimientos totalitarios de marcado carácter contrarrevolucionario.

   Todo ello, explica que la desaparición del Muro de Berlín supuso la caída de una contraoferta al modelo occidental y, por tanto, el inicio del desmantelamiento continuo del Estado de Bienestar, a pesar del nuevo reordenamiento que los BRICS han protagonizado en el tablero geopolítico mundial.

martes, 30 de abril de 2024

Estado


   Si algo ha caracterizado el denominador común de cualquier época, es la existencia de sujetos de primer orden en el terreno geopolítico, así haya sido la denominación de sus formas de gobierno, ya hablemos de imperios, monarquías o repúblicas. La forma externa de organización no ha vaciado de contenido o añadido ningún valor al hecho mismo de la ostentación del mencionado carácter hegemónico. La primacía del poder de cualquier potencia mundial, eso sí, se ha sustentado sobre la existencia de un Estado fuerte. Cuando dicha realidad se ha hecho presente, y el predominio del poder ha recaído sobre gobernantes centrados en el bien común, que han dejado hacer a mentes privilegiadas, delegando sobre sus espaldas la innovación y creación de nuevas realidades, la sociedad ha alcanzado su máximo nivel de desarrollo posible.

 Hoy, vivimos el desmontaje de ese principio sustentador de toda sociedad como es el Estado, arrebatado de la posibilidad de trabajar para la construcción y edificación de la sociedad. El poder real, que no es otro que el financiero como eje vertebrador del económico, encarnado en las grandes corporaciones, ha colonizado las instituciones públicas para hacerse servir de su influencia en beneficio de sus propios intereses. El resultado obvio, no es otro que el desabastecimiento de los servicios esenciales para atender las necesidades básicas de la ciudadanía y la división social de todo orden.


domingo, 21 de abril de 2024

De Gaulle


  El gran estadista francés, concebía la Europa de occidente como una “agrupación política, económica, cultural y humana, organizada para la acción, el progreso y la defensa”. Era, por tanto, defensor de una Europa de las patrias vehiculada mediante la autonomía de los Estados.

  Frente a la posición francesa tras la II Guerra Mundial, en el país vecino, Alemania, Adenauer hacía resurgir de las cenizas a la nación germana no sólo para sumirla en un referente continental como soberanía propia, sino para consagrarla al gran proyecto globalista de la Unión Europea.

  El tiempo no ha hecho sino resurgir la figura del general que rescató a Francia, no sólo como referente de una época; quizá ya extinta en valores, pero aún cercana en la distancia; sino como una ecuación todavía servible en el escenario de una Europa fragmentada, carente de soberanías nacionales, extirpada de su cultura, hundida en la crisis económica, sometida a los intereses meramente atlantistas, cuando no escenario propio de sus disputas y abandonada al riesgo cada vez más cercano de otra conflagración de corte nuevamente mundial.

jueves, 18 de abril de 2024

Oposición


  "La libertad es un modo de vida y de sociedad que nos hemos dado en la Comunidad de Madrid". Isabel Díaz Ayuso.

  Si algo ha demostrado el tiempo a su paso inexcusable por el andar del liberalismo, no es que tal sistema sea o constituya un balance o equilibrio entre los diferentes poderes, sino que se da, de motu proprio, bajo el prisma en la práctica de una alternancia en el gobierno y, de cuyo juego, a priori, participan fuerzas aparentemente contrapuestas que terminan simplemente convergiendo en un elenco de matices, con más puntos concomitantes que diferencias reales entre sí.

  Frente al régimen de corte socialista imperante, todo él bajo el dominio inevitable del entramado de los grandes conglomerados empresariales y las finanzas, la oposición no constituye sino más de lo mismo, al reivindicar su parcela privativa en el reparto de las ganancias que a modo de rédito el juego del propio sistema distribuye, bajo el paraguas de los mismos principios, valores y agenda que dicta el poder dominante. Think tanks, como la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, proclaman a los cuatro vientos las bondades de la libertad política, económica y de pensamiento, o valores como la libertad y la democracia como pilar del Estado de derecho.

  El resultado en el análisis práctico de la rectoría de la Comunidad de Madrid, sirva como ejemplo, como oposición al socialismo imperante en su asociación con el populismo de corte abiertamente de clara ideología comunista que gobierna la nación, y para más inri bajo la libertad de los pregoneros de la libertad misma, valga la redundancia, ha dado como resultado en la vida cotidiana y bajando al terreno de lo concreto, la especulación inmobiliaria que no ha hecho sino evolucionar el precio de la vivienda hasta provocar niveles inaccesibles para los jóvenes e inalcanzables para la mayoría de la población, y restricciones a la circulación y a la movilidad que han limitado el sentir libre de poder circular por la capital de España.

  Libertad truncada de movimientos que afecta a las personas pero no a los capitales que representan los grandes fondos de inversión como BlackRock, Vanguard y Norges Bank, que se han convertido en los nuevos dueños de la banca española, las empresas estratégicas, las viviendas o los centros de educación a todos los niveles y que son los responsables de que tales limitaciones y restricciones se extiendan además, a los servicios esenciales de la ciudadanía, como la sanidad, ámbito en el que se ha provocado el cierre de las urgencias o miles de camas en hospitales públicos, creando una larga lista de espera de personas para realizarse pruebas diagnósticas o intervenciones quirúrgicas.

  Por si fuera poco, con lo hasta aquí mencionado y, en este contexto de alarde de libertad presumida, uno de los partidos del sistema, como es Vox, ha denunciado públicamente la existencia de adoctrinamiento en las aulas de Madrid, en una clara vulneración de lo que supone el derecho a la libertad de educación. Madrid está a la cabeza del ranking de privatizaciones y liberalizaciones que ha creado un sistema que pretende privatizar hasta el medioambiente y los servicios públicos, bajo la creación de un modelo que ya sufre el rechazo de la población y que responde a la capacidad adquisitiva como único medio de acceder a una educación, sanidad o vivienda de calidad, al margen de las colas del hambre que baten récords en la Gran Vía, y que presume de una libertad bajo la atenta mirada de más de dos mil cámaras de vigilancia que graban a los ciudadanos cada vez que utilizan un cajero, caminan por el centro de la ciudad o compran en un supermercado.