"El poder real es el
miedo". Donald Trump.
El
poder político ejerce, sobre la dialéctica del lenguaje, la manipulación de las
emociones con el propósito de hacer llegar su mensaje, no con fines gratuitos,
sino bajo el rédito de la consolidación del electorado o la implantación de una
determinada agenda. Una sociedad atomizada, dividida, es óptima para ser
controlada y dirigida, habida cuenta de su constante manipulación mediática mediante
el empleo, como recurso constante, de los instintos básicos por parte de la
publicidad y el poder real y, ahora también, de una inteligencia artificial
programada. Los sacrificios humanos llevados a cabo por las civilizaciones de
Mesoamérica, como la olmeca, maya, tolteca o azteca, mediante los que se arrancaba
a la víctima aún con vida el corazón palpitante, para después decapitarla,
desollarla y descuartizarla, probablemente no tuviera simplemente un ceremonial
religioso o ritual como trasfondo, sino que tal ejercicio de brutalidad tuviera
como verdadero propósito el de ejercer sobre la población el temor necesario
para lograr su total control por parte de una élite social y religiosa. La
constante amenaza de debacles económicas, crisis sanitarias, guerras y todo
tipo de catástrofes naturales o emergencias climáticas, hacen su agosto y
determinan la respuesta necesaria por parte de los poderes fácticos para paliar
sus efectos, ya sean naturales o meramente intencionados.
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