sábado, 21 de agosto de 2021

Japón

   Aunque los estereotipos del país nipón puedan acercarse al arquetipo de una sociedad altamente tecnificada y desarrollada, lo cierto es que, a pesar de la propia imagen o del ocultamiento de la realidad, el país asiático cuenta con una notable polaridad social. La brecha económica que separa a sus ciudadanos hace que gran parte de ellos meramente sobreviva gracias a empleos precarios, que apenas logran que la persona pueda vivir con lo mínimo necesario para llevar una vida digna, o sean en un no menor porcentaje sumidos en la más estricta miseria. El deterioro económico, ha dado paso a un binomio compuesto por la precariedad laboral de un lado y una economía de subsistencia por otro, que, a su vez, desciende un escalón más para acoger en su seno a quienes han quedado fuera del sistema sin solución de continuidad. Hablar de pobreza en Japón, es hacerlo de quienes duermen en la calle cuando no pueden ser ya acogidos en un albergue, o encontrar un trabajo de mera subsistencia. La proliferación de empresas que explotan por horas a sus trabajadores, en un contexto de sobreendeudamiento y crisis económica, contrasta con la llamativa imagen de ciudadanos del Sol Naciente deambulando por las calles o durmiendo en los parques. No de extrañar, que el índice de personas que se quiten la vida en Japón sea uno de los más altos del mundo y que problemas como la soledad hayan llevado a tomar iniciativas gubernamentales conducentes a la creación de un Ministerio para atajar dicha lacra social.

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