Los patrones aleatorios en la naturaleza diagnostican la imposibilidad de determinar el comportamiento previsible de ciertas variables. Si de repente surge un virus que atenta contra la vida de una especie en concreto, el resultado posterior a su aparición determinará un resultado tan incierto como el de la suerte de aquella. Sin embargo, si aparece un agente patógeno que ataca preferentemente a las personas de mayor edad, las autoridades decretan el carácter excepcional de unas medidas claramente diseñadas con anterioridad que limitan y recortan los derechos individuales, se aprueban recetas de marcado signo económico que destruye el poder adquisitivo de la población, se levantan hospitales improvisados, los medios se ven sometidos a un discurso monótono y se censuran las voces disidentes, se lleva a cabo una vacunación ordenada de la población y, todo ello, se repite en cualquier latitud o longitud planetaria, evidentemente no estamos ante un patrón dejado al azar de los acontecimientos, sino a la orquestación manifiesta de un plan organizado para desarrollar una marcada agenda programada.
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