jueves, 4 de febrero de 2021

Postguerra

   Si bien la Revolución Francesa constituyó un acontecimiento singular que marcaría para siempre la historia francesa, en términos de la consecución de los objetivos de quienes movieron sus hilos constituyó un fracaso tras la Restauración. No así, ocurrió con la Revolución del 17 en Rusia, cuyo éxito garantizó no sólo el fin de los zares, sino un vuelco en el orden social, político y económico, que se extendió como la pólvora por el resto del orbe. En 1989, la caída del Muro de Berlín prometía el fin de un modelo inviable desde el punto de vista económico, y el predominio absoluto del capitalismo. Todo lo contrario iba a ocurrir a partir de la demolición controlada de la URSS. El capitalismo, hoy en crisis, trata de buscar un modelo alternativo que lo sustituya, al tiempo que otra deconstrucción alcanza, esta vez, a los EE.UU. China, un país anclado en el medievo, recibió la visita en 1972 de Nixon, con el pretexto de normalizar las relaciones entre ambos países, pero lo cierto es que desde entonces el país asiático inició una economía de doble vía, como transición de una economía planificada a la práctica de un capitalismo salvaje, tras el trasvase de tecnología y capital consecuencia de un éxodo de corporaciones occidentales. Antony Sutton, ya denunció el auge de China por parte de ciertos intereses asentados en Occidente, cuyo resultado sería su lógico enfrentamiento con EE.UU., y que ha provocado la conversión del gigante asiático en una dictadura tecnológica, que sirve ahora de modelo al resto de países.  

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