Fue Catalina la Grande
quien llevó a cabo la expansión del territorio, con el fin de establecer un
colchón que amortiguase las posibles hostilidades contra Rusia, al igual que
hiciera Alejandro Magno con la Marca Hispánica.
Controlar el estrecho de los Dardanelos, constituye el
dominio del paso entre el Mar Negro y el Mediterráneo. Winston Churchill
pretendió, en el que sería su mayor fracaso, hacerse con el poder de la
península turca, para asegurar la ruta de suministro con Rusia.
Lejos de toda pretensión de éxito, Gran Bretaña sufrió
una de las peores derrotas de su historia contemporánea; precedente de la que
tendría lugar después, durante la II Guerra Mundial, en otro desembarco
fallido, esta vez en Dieppe.
Tras la adhesión de Crimea, con el fin de asegurarse el tránsito al Mediterráneo, está respondiendo Rusia ante una potencial amenaza occidental en las puertas de su territorio, dentro de la clave de su geoestrategia. El conflicto, de similares características que la crisis de los misiles de Cuba, supone no un riesgo inmediato de conflagración de alcance planetario, pero sí sienta las bases para que tal eventualidad tenga lugar en el próximo cuarto de siglo.
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