domingo, 25 de septiembre de 2022

Samarcanda

 

   Si la II Guerra Mundial trajo consigo a su fin el nacimiento de un orden que ha perdurado hasta hoy en día, la cumbre reciente celebrada en Samarcanda ha roto dicho equilibrio de postguerra. El orbe geopolítico ha dejado de ser unipolar, bajo el dominio absoluto de los Estados Unidos, para desgajarse en un bloque del Este que reúne a China y Rusia como eje principal y al que hay que añadir países como India, Pakistán, Irán o Turquía. Las pretensiones del nuevo conglomerado no se limitan a jugar su baza en el escenario de las relaciones internacionales, sino que va más allá con la construcción de un nuevo sistema financiero propio y el uso de nuevas monedas distintas del dólar como patrón de cambio. Fricciones al margen, la bipolaridad previa al Muro de Berlín ha devuelto la guerra fría al momento presente, no entre dos potencias, sino entre un mosaico de alianzas surgidas al amparo de uno u otro lado de la línea longitudinal que separa la vertiente occidental de la oriental, con el presagio en ciernes de un conflicto bélico de proporciones mayores y no sometido a la voluntad de un acuerdo de intenciones por evitar su desenlace.

 

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