Comer no es alimentarse,
como alimentarse no sólo es el acto de comer. La ingesta de proteínas, hidratos
de carbono, grasas, etc., debe ir acompañada de las vitaminas, especialmente la
C, D, E, K y las del grupo B, todos los aminoácidos esenciales, los minerales, entre los que destaca el magnesio,
y demás componentes óptimos para lograr el equilibrio nutricional, sin
olvidar el omega 3 o el colágeno y el kéfir para nutrir la flora intestinal. En
definitiva, todo aquello que el cuerpo necesita para repararse, y funcionar
correctamente. Las verduras, frutas climatéricas y no climatéricas, cereales
integrales y proteínas saludables, constituyen la base de una correcta
alimentación.
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