Aunque fue Bill
Mollison quien acuñaría el término de permacultura, ésta no deja de ser a fin
de cuentas la yuxtaposición entre la agricultura tradicional y la imitación de
la naturaleza. Antes de que la acción del hombre domesticara la forma de
producción de alimentos, mediante técnicas como la aparición de la agricultura,
la naturaleza daba de forma espontánea todo tipo de alimentos, de los que se
aprovechó la humanidad en su fase recolectora. La reproducción de forma
controlada de un auténtico bosque comestible, simulando de la mejor forma
posible las condiciones dadas por el entorno natural, permite gracias a la
permacultura, dotar a cualquier persona de lo necesario para alimentarse. Si
ésta técnica, se complementa con la utilización y el aprovechamiento del agua
de lluvia, y la depuración de las aguas grises generadas por una vivienda, se
puede emplear la misma en un sistema de riego eficiente y en el reciclaje
natural del agua sobrante. Los sanitarios secos, en unión de la forma de
generación de energía solar, completan un sistema autónomo que no sólo respeta
el medio ambiente, sino que está exento de cualquier tipo de contaminación, si
se emplean métodos de bioconstrucción. La permacultura, por extensión, no sólo
permite dotar a una vivienda de su propia cosecha de alimentos y de generación
de energía, sino que además logra el cultivo de plantas medicinales y la cría
de animales de granja. Como variante a esta técnica, cabe destacar de igual
modo la acuicultura, consistiendo básicamente la misma en un sistema
hidropónico para la generación del cuidado de plantas que producen alimentos, y
de peces destinados al consumo humano.
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