“Sabemos que nos mienten. Saben que nos mienten. Saben que sabemos que nos mienten. Sabemos que saben que sabemos que nos mienten. Y aún así, siguen mintiendo”. Alexander Solzhenitsyn.
No es un lugar común el poder afirmar que la sociedad
está sujeta en términos incómodos al lenguaje manipulado con el que se enfrenta
a una disociación de la realidad, no por el hecho de que ésta sea irreal, sino
por la significancia que tiene su no concordancia con lo que se nos transmite
acerca de ella. Es por ello que la falsedad de lo que se cuenta no concibe el
hecho mismo de su incongruencia, sino el espejismo de creer en la incredulidad
del receptor del mensaje. Por esa razón, una mentira extendida en el consciente
de la masa es atendida como una verdad irremplazable para la mayoría, que
sojuzga la disidencia como un cuerpo extraño y en apariencia irracional.
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