jueves, 4 de julio de 2024

Iglesia

 

   Si bien se cae en la cuenta de tratar de poner al día el devenir eclesiástico, como vulgarmente se descuella de los últimos concilios habidos en el seno de la Iglesia, lo cierto es que el mensaje profundo de su evangelio es tan atemporal como inmutable, habida cuenta del anuncio por su profeta del advenimiento del Reino y, por tanto, el llamado a su consiguiente edificación, ya en este mundo, de modo que el cristiano de cualquier época y condición ha sido y es llamado para nadar contracorriente y, de ahí, por añadidura, que ninguna tendencia ideológica pueda erosionar el sentido esencial de la cristiandad, al margen de cualquier consideración que atempere la evidente crisis que vive hoy la Iglesia, no ajena a la que atañe a la humanidad en su conjunto, y que pone de manifiesto en su seno el enfrentamiento que vertebra una corriente tradicional, resistente a los permanentes ataques formalizados en un aperturismo asentado en la fraternidad y el elogio de la modernidad, que no hará sino perder toda su fuerza frente a la resistencia, sin que las fallas abiertas en el terreno de la fe puedan amenazar la unidad religiosa en su integridad.

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