sábado, 3 de agosto de 2024

Ecologetas

                             

   El oceanógrafo Jacques Cousteau, rodó uno de los antológicos programas de su serial El mundo submarino, en el famoso lago Titicaca. En dicho lugar, llevó a cabo el estudio e investigación del fondo acuático y, para sorpresa del equipo, descubrieron y calcularon que en su hábitat natural vivía la cifra de mil millones de ranas gigantes, Telmatobius culeus, especie hoy en peligro de extinción por diversos factores, que en ningún caso tienen que ver precisamente con cualquier tipo de problema superpoblacional de la especie condenada a vivir en un espacio físico limitado.

   La población mundial actual de personas que habitan el planeta, cabría en un espacio similar al representado por la extensión de cualquier territorio a nivel provincial medio, y todavía sobraría espacio.

  Sobre las premisas absolutamente discutibles del potencial peligro que representa un planeta superpoblado, la agenda institucional de las altas cumbres internacionales y sus organismos supranacionales, consideran que el factor humano es la causa primera de todos los males reales o imaginados que afectan al futuro de la vida humana sobre el planeta Tierra, de forma certera, exagerada o enteramente falsa. En cualquier caso, y sobre la base de tales postulados, se están llevando a cabo e implantando medidas y políticas de todo orden que alteran la libertad y sobre todo el bolsillo de la ciudadanía media, a través de impuestos, restricciones a la circulación y el entramado verde añadido.

    Pero lo más llamativo que hay que resaltar a expensas del impacto medioambiental que está alterando en sentido negativo el equilibrio natural, es la propia aplicación práctica de la agenda ecologista que trata de introducir por todos los medios aquellas especies extinguidas en ciertos enclaves naturales y que no hace sino, bajo el propósito de devolver el pasado al presente, provocar auténticos estragos en el equilibrio biológico, problema al que habría que añadir el profundo impacto negativo que las políticas económicas verdes representan para la competitividad, la normal práctica del comercio, el desarrollo del primordial sector primario o la sostenibilidad y supervivencia de millones de familias.

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