“De los ocho millones de catalanes que hay en estos momentos, una quinta parte, más de 1,65 millones, han nacido en el extranjero”. Diari Ara.
Reza
la doctrina social de la Iglesia que; “La justicia social sólo puede ser
conseguida sobre la base del respeto de la dignidad trascendente del hombre,
representando la persona el fin último de la sociedad, que está ordenada al
hombre”.
Respecto
al problema que supone la inmigración para los países del Viejo Continente,
sirva de antemano separar la dignidad de la persona de cualquier otra
consideración, a resultas del análisis que esta última realidad exige para
comprender un problema que trasciende las meras circunstancias personales, ya
sean económicas o de cualquier otra naturaleza, que acompañan siempre a la huida
necesaria del país de origen para buscar unas mejores condiciones de vida.
Sabemos
que la inmigración ha sido utilizada para regular la economía interna de los
países, abaratando el coste de la mano de obra y bajando los salarios en
beneficio de la cuenta de resultados de los empresarios, o que ha sido instrumentalizada
su presencia para paliar los intereses y aspiraciones de determinadas
tendencias políticas o grupos de poder. También es conocido el interés de contrarrestar
el poder hegemónico de los Estados nacionales, con el fin exclusivo de
debilitar su propia identidad, en el marco de un proceso globalizador que
afecta a su vez a la gobernabilidad de un mundo sin fronteras económicas.
Como
factor añadido, no hay que descartar el uso del tráfico humano con fines
militares, con el fin de reclamar una vez consumada la entrada masiva de
personas en un determinado territorio la legitimidad de su soberanía.
Lo
más grave, sin añadidos de consumo, no es sólo la utilización de la persona
desvalida que aspira a sobrevivir en un mundo sin horizonte alguno, sino la
existencia de mafias que trafican con seres humanos y hacen que el torrente
migratorio sea posible.
La
mirada atenta del progresismo, se centra en la inoperancia en la combatividad
del problema en su raíz, esto es, el desarrollo de los países de origen y el
cuidado de las fronteras del país receptor, y en el activismo del llamado en
curso a la entrada masiva de inmigrantes, Refugees Welcome.
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