La sucesión de escándalos de corrupción que salpica a
todos los partidos del espectro político, pero especialmente al gobierno, no es
una casualidad habida cuenta de la ya de por sí denunciada inconsistencia entre
el poder real y el ejercido por sus meros agentes. Lo denunció al comienzo de
la Transición García-Trevijano, al referir la falta de nexo de unión entre la
clase dominante y la clase dirigente y, que tal desfase de propósito, iba a
traer necesariamente la corrupción de la clase política. Como factor añadido de
despropósito erosionador del propio sistema, cabría añadir el servilismo de
toda índole de quien gobierna, no en beneficio del pueblo gobernado, sino de
intereses no sólo oligárquicos internos, sino foráneos, convirtiendo a la
nación en un ente vaciado de soberanía y vasallo de intereses espurios.
martes, 29 de octubre de 2024
Corruptos
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