“El precio que tenemos que pagar por el dinero se paga en libertad”. Robert Louis Stevenson.
Si por liberalismo entendemos el desarrollo individual, ajeno a la injerencia externa de un tercero que se interponga en las propias pretensiones, la defensa de la libertad, igualdad y propiedad, así como la mínima intervención del Estado, cuyo papel es servir de mero prestador de servicios indispensables para el correcto funcionamiento del orden social, en España, al menos, no es sino la corriente que vive de lo público y rinde obediencia y adulación a la oligarquía que lo avasalla, por medio de subvenciones, regalías, privilegios judiciales, rescates y prácticas fuera de la ley, intromisión en la educación, logias, tráfico de influencias, corrupción, sumisión a organizaciones supranacionales, balcanización de la nación y el accionariado de los medios de comunicación. Es, en definitiva, un sistema que en defensa de la libertad que promueve, coarta su espíritu en detrimento del dinero, como una forma más de esclavitud.
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