“El
campo de batalla es una escena de caos constante. El ganador será quien
controle ese caos, tanto el suyo como el de los enemigos”. Napoleón Bonaparte.
La
sociedad del ocio, aquella que vivió de espaldas a la realidad que se de forma
distorsionada entraba a modo de espejismo por las entrañas de sus televisores
encendidos durante las horas cotidianas de distracción, se está desmoronando y
viendo como esa otra realidad es ahora la suya propia, vivida bajo el estrecho
margen de una economía doméstica maltrecha o las calles sembradas de violencia.
No es una calle cualquiera de un país lejano y pobre el que señala ahora en un
mapa el foco de atención mediático de los disturbios callejeros, o las columnas
militares avanzando hacia una capital cualquiera. Es Europa, su centro mismo, el
protagonista del campo de batalla y el escenario del caos impuesto y sembrado
bajo los viejos intereses de siempre, escondidos a los taquígrafos. La clase
media destruida y sin horizonte se acomoda en el nuevo escenario de la pobreza
añadida a la violencia instaurada.
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