Marx publicó en 1867 el primer volumen de su obra “El capital”.
De la irrupción de las guerras napoleónicas en contraposición con el Antiguo
Régimen, y de la adopción de las ideas ilustradas frente a la tradición, se pasó
en apenas unas décadas a una transformación insólita en los albores del siglo
XX. El sindicalismo, los movimientos obreros, el socialismo o el sufragismo
tiñeron el escenario social de caos y, en no pocas ocasiones, con la sangre de
sus víctimas, al tiempo que sembraron de temor el orden social mediante
su acción revolucionaria Así las cosas, no fue una conquista social, sino una
concesión de la aristocracia la que determinó la entrada de la protección de
los trabajadores en 1884 de la mano de Bismarck, convirtiendo a Alemania en el
primer país del mundo en tener un sistema de Seguridad Social. En EEUU, fue
Roosevelt quien hizo lo propio al afrontar la introducción de medidas de
carácter social en el país, pero no fue hasta 1942 cuando otro aristócrata,
esta vez Churchill, encargó a Beveridge, lo que hoy interpretamos
como un ingeniero social, la elaboración de lo que en uno de sus primeros
informes denominó el Estado de Bienestar. Beveridge, al frente de la London
School of Economics para acometer su labor, fue elevado a la nobleza en favor
de su reconocimiento y premiado con su ingreso en la Cámara de los Lores. De
nuevo, en España, no fueron las fuerzas progresistas quienes trajeron el
proteccionismo social, sino que otro conservador, Eduardo Dato, fue quien creó
el Ministerio de Trabajo y la primera legislación sobre la “cuestión social”,
al aprobar en 1900 las leyes de accidentes de trabajo y de regulación del
trabajo de las mujeres y los niños.
domingo, 17 de septiembre de 2023
Eduardo Dato
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