La exposición a toda
clase de estímulos, tanto internos como externos, hace que vivamos sumergidos
en un mundo cambiante, en constante movimiento, que genera ansiedad e
inadaptación. No es, sin embargo, la realidad lo que aparentemente parece, sino
lo que hemos decidido que realmente sea. Reaccionamos a la realidad, mediante
las suposiciones elaboradas sobre ella, después de sacar nuestras propias
conclusiones. De ahí, surge la necesidad de no ir haciendo problemas de las
cosas, y de liberarse de los miedos o del encadenamiento de esquemas
esclavizadores.
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