“Las
normas se imponen mediante sanciones, quien sanciona tiene el poder; pero sólo
tiene el poder quien impone las normas aplicando las sanciones. Las normas se
mantienen en función del poder; pero, a su vez, el poder se define como poder
normativo. En el principio eran las normas, y con ellas surgió el poder.”
Carlos Moya.
Carlos Moya en
1982, año de la publicación de “Poder y
conflicto social: crítica a la teoría de la dominación” describía la
inconfundible argumentación que subyace a la situación de injusticia social que
vivimos hoy, en términos del predominio de la teoría de la dominación, basada
en el conflicto social. Existiría, según su enfoque, una relación de
subordinación entre los individuos, y una manifestación del ejercicio de ese
poder en la encarnación institucional, construida bajo el rol que define la
relación entre el individuo y el orden.
Dahrendorf, continuaba, defiende la
estructura social global en términos de dominación, y el concepto de élite,
relacionado con la teoría de la “élite del poder” de Mills; “Tanto a nivel global, como sectorial del
análisis del orden institucional, estructuración e institucionalización son
categorías que designan el proceso de diferenciación normativo de un sistema de
papeles, cuyo cumplimiento se impone por la posición dominante, en función de
su capacidad para infligir sanciones.
El
conflicto social exige su institucionalización como control racional de la
dinámica estructural. La reducción del acontecer social a acontecer
institucional resulta coherente con el axioma norma, sanción y dominación. La
dominación de la ‘élite de poder’ sobre la ‘sociedad de masas’
es la fórmula que unifica teóricamente la fragmentación de tal enfoque. La
minoría de poder aparece como clave de la dinámica de una cierta estructura
social.”
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