William Golding escribió un clásico de la
literatura, llevado al cine en repetidas ocasiones. La trama se centra,
extrapolando el argumento, en el nacimiento de una sociedad libre de
condicionamientos sociales que inaugura un grupo de náufragos llegados a una
isla.
El llamado ‘experimento de la cárcel de Stanford’, puso de manifiesto la
capacidad humana para ejercer el dominio y poder sobre el resto de sus
congéneres. El estudio en tiempo real, tuvo que ser inmediatamente suspendido
debido a la brutalidad que ejercían los guardianes sobre los voluntarios
presos.
El poder simbolizado en la caracola encontrada por azar, se ejerce
en la asamblea que establece las reglas sociales. Pronto, el grupo queda
dividido y abandonado a la lucha por el poder o dominación, con el resultado
del surgimiento de la violencia y las primeras víctimas mortales fruto de su
ejercicio.
La bondad y el desequilibrio social, se
centran en una argumentación sobre la verdadera naturaleza humana.
En la obra de Tolkien, encontramos la misma
dualidad que recorre la literatura a lo largo del tiempo. Las líneas de
universo que atraviesan desde ‘El Quijote’ a ‘Oliver Twist’, se reflejan de
forma continua; el camino de los instintos o el absoluto moral.
El anillo simboliza la
fuente de poder capaz de dominar el resto de fuerzas. Puede verse como una
alegoría del poder en sí mismo considerado. Sólo su destrucción, puede devolver
el equilibrio a un universo literario envuelto bajo el dominio de las sombras.
El futuro de la sociedad, y por qué no de la
civilización, se fundamenta en el abandono del ejercicio o la búsqueda de la
dominación.
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