miércoles, 29 de enero de 2020

Narcotráfico


   El 23 de mayo de 1992, moría asesinado por la Cosa Nostra el juez Giovanni Falcone. El cráter dejado por la explosión de la bomba, arrancó un tramo de autopista.
   La debilidad del Estado y la pobreza extrema del sur de Italia, hizo nacer un negocio familiar que controlaba el contrabando, la prostitución y el juego. Al principio las reglas o costumbres sociales y la ausencia de tráfico de drogas, permitió que las actividades ilegales no supusieran un contrapeso al poder; excepto en zonas localizadas o territorios bajo control de las organizaciones criminales.
   Sin embargo, algo iba a cambiar en las siguientes décadas. El narcotráfico supuso el salto cualitativo hacia una actividad económica que incrementaba exponencialmente los beneficios. Los cárteles podían, hace tan sólo unas décadas, pagar la deuda externa de algunos países. A día de hoy, algunos Estados han sido creados gracias a los beneficios del tráfico de drogas.
   El Estado se ha debilitado frente a un poder que lo supera, al tiempo que conserva legislaciones obsoletas en materia penal. En un mismo saco, sin distinción alguna, se prohíbe desde el hachís hasta la metanfetamina; sin diferenciar el daño que provoca una u otra sustancia.
   Las cárceles están atestadas de adolescentes condenados a sufrir penas por tráfico de drogas y cada vez más casos de muertes o daños colaterales, como la esquizofrenia, se ceban con los más jóvenes.
   La frontera de EE.UU. con México se ha convertido en territorio de guerra, donde el asesinato o la violación son asuntos cotidianos.
   El Estado está perdiendo una batalla, cuya consecuencia más importante será la pérdida del control de la Economía mundial, al tiempo que la jurisprudencia se ha convertido en una suerte de código de condenas por narcotráfico.

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