Si bien todo
adelanto tecnológico, supone un claro avance para la humanidad, la inversión de
valores que supone un uso inadecuado de aquel, puede sugerir que todo lo que
sirve para progresar, es susceptible de convertirse en una trampa mortal de la
que es difícil salir. Uno de los mayores descubrimientos científicos es, sin
lugar a dudas, el ADN. La Inteligencia Artificial, abre innumerables
posibilidades para el incuestionable desarrollo de la civilización humana. Sin
embargo, la conjunción de ambas realidades, supone la posibilidad de emplear la
IA para desarrollar rasgos faciales que, por medio del ADN de una minoría
étnica, sirvan para detectar a millones de personas y reducirlas a un campo de
concentración. Esta tecnología, puede llegar a encarcelar a personas inocentes,
tras ser señaladas como sospechosas de pertenencia a dicha minoría, tan sólo
por el resultado de los datos indicados por la Inteligencia Artificial a través
de una cámara de vigilancia.
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