Bajo
el mandato de la presidencia de Kennedy, corría el rumor de que un sindicato de
largo alcance, criminal, se extendía a lo largo del país bajo la sombra de su
poder invisible. Fue Valachi, cuyo testimonio alumbraría la primera obra sobre
la mafia, “The Valachi Papers”, quien
delató la existencia y entramado del fenómeno.
Tendríamos que avanzar más en el
Siglo XX para llegar a Italia y, en concreto, a Giovanni Falcone, para levantar
el oscuro velo sobre una organización que hasta entonces resultaba completamente
desconocida. El debilitamiento del Estado y sus funciones sobre una sociedad
lacrada por la miseria y el abandono, constituían a priori las referencias que
el magistrado argüía para constatar la existencia de una realidad, ante todo
social, que bañaba en sangre el sur del país y, por extensión, el resto del
territorio italiano a medida que la organización tejía sus redes por todo el
entresijo institucional, político y económico, hasta conformar una suerte de
realidad tumoral dentro del propio Estado, cuyos beneficios contables podían
competir con las entonces desmedidas deudas externas de algunos países.
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