Bajo el estado de pensamiento impuesto, la manipulación
evidente de los medios gestores de la denominada posverdad, los partidos de
disidencia dirigida o los antiguos corruptos, la élite financiera y económica desmarcada
y conductora del pueblo, la crisis económica, el fin del Estado de Derecho, la
guerra como principio del caos redentor del orden, el secuestro de las
instituciones y la deriva generalizada en el ámbito social, sólo queda
sujetarse a un estado de conciencia, desde el que distanciarse de la realidad
para sobrevivir y del que poder quedar inmune frente a la ingeniería social, la
adulteración, el adoctrinamiento organizado, el miedo orwelliano, la telebasura
o las declaraciones del marketing o mercadotecnia de la influencia.
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