viernes, 5 de junio de 2020

Tradición

   El planeta Tierra es un cuerpo que está hacia la mitad de su vida, es decir, le quedan unos catorce mil millones de años, según la ciencia, para desaparecer engullida por el Sol. Como tenemos un mandato divino de no suicidarnos, debemos abandonarlo y habitar el espacio exterior. Para lograr sobrevivir, sólo podemos hacer una cosa, estudiar y desarrollarnos tecnológicamente.
   Esto trae una serie de problemas. Actualmente, viajamos por el espacio exterior al igual que los griegos surcaban el Mediterráneo. Con la velocidad actual, no lograremos alcanzar los exoplanetas de los sistemas más cercanos. Para viajar ahí fuera, tenemos que alcanzar un desarrollo ahora inexistente, aunque ya hay elementos que nos sitúan en el camino.
   Imaginemos que Star Trek fuera real. El Enterprise funcionaba con la mezcla de materia y antimateria. Si tal logro fuera posible, una bomba del tamaño de un pequeño edificio haría desaparecer la Tierra antes de su extinción.
   1º Necesitamos el desarrollo tecnológico y científico. Pero ese mismo desarrollo, conlleva inexcusablemente la necesidad de hacer desaparecer conceptos como la guerra. La guerra del futuro no podrá ser, puesto que el mismo potencial que está por llegar, será incompatible con su uso militar.
   2º La tradición tiene que plantearse, que los viejos paradigmas van a desaparecer. Madrid y Sidney, estarán separados por un par de horas de vuelo. Tardaremos quince minutos en viajar a Londres. El desarrollo de los transportes y la comunicación van a ser impensables. La computación cuántica permitirá que toda la Hacienda, la Seguridad Social y todos los ministerios se lleven desde un único edificio sin personal. Las casas van a ser en dos días inteligentes, y todo estará conectado con la robótica y la IA.
   3º El ser humano se va a transformar. El ser humano está evolucionando, y lo sabemos con toda seguridad. Dentro de un millón de años, nuestro cerebro será considerado tan primitivo, como nosotros vemos a nuestros antepasados de Atapuerca. El cerebro de 1.5 litros de capacidad del sapiens va a ser superado. Eso significa que en el futuro, el despistado de la clase será un niño como Einstein. No sabemos la capacidad que tendremos, sin contar que la tecnología que se va a introducir en el cuerpo humano, y la realidad que traerán los cyborgs.
   En unos siglos, la Iglesia será una estación espacial, un Monasterio con vistas desde las lunas de Júpiter, o una nave vagando en rumbo hacia otra estrella. Probablemente los idiomas se transformen, igual que lo hizo el griego o el latín, y habrá en pocos años gente nacida fuera de nuestro planeta.
   El mundo se va a transformar como nunca lo había hecho antes y, aunque no lo veremos, el cambio está próximo. Por lo tanto, el pasado no puede reducirse a un conjunto de batallas, cultura militar y una visión concreta del hombre, sino como el ejemplo del Imperio español, que supuso la primera gran expansión global, una obra de creación de universidades y ciudades, y la expansión de la visión humana hacia otras culturas y dimensiones, o como el primer avance e impulso de la ciencia. Precisamente en la tradición, se puede mirar hacia el futuro, porque está por llegar algo parecido, solo que dirigido por una élite que no cree precisamente en la naturaleza humana. La batalla en el futuro será esa confrontación entre la globalización esclavizadora y destructiva, frente al proceso natural de otra, producto de la propia evolución de la humanidad, que puede ser creativa y necesariamente liberadora. Pero los procesos de desaparición de las naciones, continentes y culturas concretas se va a dar, al igual que ya es una realidad la vida en el espacio, donde conviven distintas nacionalidades formando un único grupo. El peligro de la tradición es su disolución en el futuro si sólo se queda mirando hacia atrás en el tiempo, y no evolucionando mirando hacia el mañana, o los problemas que vendrán y que ya están en parte aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario