“En
el año 2018, el mundo se encuentra agrupado en seis corporaciones: Energía,
Alimentación, Lujo, Vivienda, Comunicación y Transporte. La tranquilidad social
es absoluta, pero la gente carece de libertad. Se desahogan con el Rollerball,
un violento juego que pone en peligro la vida de los jugadores”. Filmaffinity.
No
se trata de la futesa definición de un discurso de Klaus Schwab, ni un futuro
anclado en la más polémica de las argumentaciones distópicas, sino una película
de 1975 dirigida por Norman Jewison, con guion de William Harrison, la que
describe la realidad más obtusa del presente, con matices que están aún por
llegar, aunque el camino ya ha empezado a ser recorrido en una clara dirección
hacia su objetivo, como es la desaparición de las naciones y el advenimiento del
gobierno de una empresa planetaria.
Desaparecidos
los países, las corporaciones gobiernan el ámbito social, político y económico
a nivel global. Un directorio, a modo de Consejo, es quien realmente ejerce el
poder, repartido bajo su domino en el ejercicio inmediato de la voluntad de las
corporaciones. La población, sumida en la ingesta de pastillas y consumidora de
ocio, a través de un deporte violento, ha perdido su libertad, a cambio de una
vida de confort material. Los libros, también desaparecidos, han sido
reescritos, resumidos y puestos bajo el control de las computadoras. Sin
embargo, el protagonista se pregunta si la libertad no es, en el fondo y a fin
de cuentas, un bien algo más preciado que la culminación del aspecto material
de la existencia.
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