domingo, 9 de noviembre de 2025

Ancient aliens


            Félix Rodríguez de la Fuente habitó con pueblos indígenas, a los que estudió y filmó, como los yanomamos en la cuenca del Orinoco, o los pigmeos, bosquimanos o masai en África. Cuando preguntó a todos ellos por el origen del hombre en la Tierra, contestaron al unísono, en la teogonía de la sabiduría ancestral de estos pueblos, que el hombre proviene del mar. Félix Rodríguez, en su alocución radiofónica de “La aventura de la vida”, dijo en abierta emisión a sus radioescuchas que el hombre está profundamente vinculado y arraigado al planeta Tierra y a su ecosistema, del que forma parte como una especie más y cuya interacción con la naturaleza, frente al catastrofismo del Club de Roma, es necesariamente recíproca,

            A pesar de la evidente sabiduría de los pueblos más cercanos al origen de la humanidad, hoy todavía vivos, autores como Erich von Däniken sostienen que fueron los extraterrestres los que influyeron en la cultura primitiva y que tales antiguos astronautas se encargaron de enseñar al primitivo hombre de las cavernas materias como la agricultura o la escritura, o peor aún, que fueron aquellos primeros viajeros los que crearon al propio ser humano mediante el uso de la ingeniería genética como herramienta para trabajar en las minas, cuando en nuestra todavía primitiva tecnología espacial ya se emplea la robótica, la impresión 3D o la inteligencia artificial por ser extraordinariamente más efectiva que la propia e ineficiente actividad humana.

            Más que hablar de la visita de los Dioses, habría que hacerlo de mito moderno, ligado a una reinterpretación gratuita de la teogonía mesopotámica y que ha inundado buena parte de la filmoteca de las últimas décadas y de la literatura de ciencia ficción, ufológica o de ciencias ocultas. Las grandes civilizaciones antiguas, se dieron allí donde la naturaleza fue prolija en otorgar una abundante fuente de frutos naturales de toda variedad, gracias a la espontánea intervención de la fertilización de la tierra como consecuencia del natural cauce de los ríos. Así, el valle del Indo, del Nilo, del Éufrates y Tigris, o de México, fueron los lugares donde la naturaleza regaló a la humanidad la alimentación más rica y variada de forma altruista y que, casualmente, coinciden con el lugar de origen del florecimiento de las primeras grandes civilizaciones y de los enclaves donde se conservan en la actualidad los monumentos que las recuerdan.

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