lunes, 23 de enero de 2023

Davos

 

“Me gusta recordar los lugares en que fui feliz, volverlos a ver; me encanta vivir el presente a través de recuerdos del pasado, y, a menudo, vago sin objeto, tristemente, como una sombra, por las calles de Petersburgo. Y recuerdo que el año anterior, justamente el mismo día, caminaba por la misma calle tan abatido como ahora. Mis ensueños eran lúgubres, y aunque mi vida no era apenas más alegre, me parecía que entonces vivía mejor, que los negros pensamientos no habitaban tan intensamente mi cerebro”. Fiodor Dostoievski.

 

Si Oswald Spengler escribió en el primer cuarto del pasado siglo "La decadencia de Occidente", la obra en sí no fue sino el prolegómeno profético de la realidad que se impone. No sólo Occidente en términos de accidente geográfico o, lo que es peor, sus valores, se han esfumado para soterrar el escenario internacional en un mundo fragmentado, el Viejo Continente, no es ya, a estas alturas, sino el tiempo presente a través del recuerdo del pasado, como escribía Dostoievski.

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