El comúnmente denominado oso de agua, es uno de los
animales; con mayores cualidades de adaptación; que existe. Capaz de resistir
temperaturas bajo cero, cercanas a los trescientos grados, o sobrevivir a casi
ciento cincuenta grados sobre aquel; soporta presiones inconcebibles para la
vida; pero además, es resistente a las condiciones del espacio exterior, en
dosis irreparables para aquella.
Los extremófilos no son de existencia única en el reino
animal, sino también en la política. Jacques Chirac reafirmó un contundente
82,21% de los votos en las elecciones, que en segunda vuelta, disputó contra Le
Pen. El pueblo francés reaccionó, en aquella ocasión, por miedo a una clara
amenaza del Frente Nacional.
Occidente cuenta con millones de personas en situación de
desempleo y precariedad social, que conforman una auténtica placa tectónica en
consabida fricción con la socialdemocracia, imperante en el viejo continente.
De no llegar a una solución de la crisis en las próximas
décadas, y habida cuenta de la grave situación exterior; los radicales de ambos
segmentos del espectro social, pero especialmente el populismo de izquierda y la
extrema derecha, pueden hacerse con el control del poder. Ésta, acaba de ganar
terreno en Francia, al igual que lo hizo en Finlandia; y prosigue su ascenso
generalizado por toda Europa.
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