De
los grandes bancos que hoy dominan las finanzas, salió el dinero que financió
la Revolución de octubre del 17. Exactamente la misma fuente que hizo lo propio
con el PSOE al inicio de la transición, sin cuya ayuda nunca hubiera alcanzado
el poder. El capitalismo o su antítesis, son dos caras de una misma moneda, que
se funden en un entramado de intereses discretos y ocultos. No puede darse una alternativa posible
de cambio, cuando todas las corrientes, incluidas las aparentemente más reaccionarias,
participan de la misma vía de recursos que permiten su existencia, desarrollo o
caída.
La sociedad civil debe desmontar las
categorías, impuestas en la práctica desde el pasado, para realizar una auténtica
labor de deconstrucción, con el fin de recuperar los espacios de libertad y
acción que impidan su encadenamiento y sumisión a los poderes fácticos, que no
son democráticos, e imponen su dictadura sobre las naciones y los pueblos, vampirizando
sus instituciones.
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