“Al igual que una
bolita de naftalina que pasa directamente del estado sólido al estado gaseoso
supongo que la nación-estado se evaporará no sin antes convertirse en un
pegajoso e inoperante revoltijo, antes de que algún eficiente ciber-estado
global mande el éter político”. Ser Digital: Nicholas Negroponte.
El referéndum sobre la independencia del Kurdistán
iraquí, su amenaza sobre Turquía, Siria y Medio Oriente en general, como señala
el politólogo Alfredo Jalife, el lema “Roma nos roba”, invocado por el
separatismo italiano, la voluntad del Sur de Brasil de independizarse, la
aspiración de la Patagonia de lograr la secesión de Argentina o la
reivindicación de sus territorios por parte de los Mapuches, acompañan el
problema catalán en una balcanización de corte mundial; que arrancó en Europa
con Yugoslavia, y tuvo un claro precedente en Ruanda.
La desmembración simultánea del Estado nación, la
bancarización obligatoria, el desarrollo de la administración electrónica y la
instalación de sistemas de vigilancia en las ciudades, nos lleva a poder
constatar que un proyecto global de dominación mundial, por parte de una
minoritaria élite, ya no es el tema característico de un guion cinematográfico,
sino la descripción de la cotidianeidad.
El ocio constante como reclamo orientado al consumo, éste
como base de una sociedad mercantilizada, las políticas maltusianas, la
reducción del nivel educativo o la total privatización de las necesidades
básicas de la sociedad, no son sino el camino hacia una nueva dictadura de
corte tecnológico, en la que ya estamos inmersos.
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