Las sociedades de los países desarrollados están
presenciando el hundimiento de la clase media o el acrecentamiento de la brecha
entre ricos y pobres, al igual que el fenómeno ocurre a escala de la población
mundial.
Los recortes sociales están menoscabando, de forma
preocupante, la capacidad económica de aquellas personas que no encuentran
facilidades para salir de la situación de desempleo y ausencia de ingresos, que
padecen.
Si sumamos las rentas bajas, los desempleados y los
jóvenes sin una salida en el horizonte; la partitocracia, o ‘panpolítica’, no
va a poder, frente a esa realidad, cosechar los resultados tradicionales. La
sociedad va por un lado, y el poder por otro. La conjunción de esas dos
fuerzas, va a ser determinante en las próximas décadas, máxime cuando la masa
social descompuesta, no se va a recuperar fácilmente. Fue Patrick Süskin quien
retrató en su magistral novela “El perfume”, una sociedad joven y hambrienta,
decadente, que moría en las calles dejando un escenario de descomposición,
peste, enfermedad y muerte, como telón de fondo de la Francia
pre-revolucionaria.
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