1979, dista el tiempo necesario para ver cumplido un
vaticinio seguro y anunciado en uno de los temas del grupo británico Pink Floyd,
cuya versión musical se acompañaba de un video que mostraba la realidad de unos
estudiantes forjados en igualdad de condiciones, eliminando toda distinción
práctica en sus programadas mentes, simbolizadas por la uniformidad de los
rostros informes que se desdibujaban a modo de ladrillos similares, reflejados
en una convencional pared cuya simbología no era sino el reflejo de una
sociedad disuelta en una inexistente creatividad individual capaz de romper el
igualitarismo de pensamiento impuesto por el sistema educativo reflejado por la
banda musical. Al final, la destrucción del centro educativo rodeado en llamas
y la demolición del muro, rompía los homogéneos ladrillos en una liberación por
parte de los estudiantes de la opresión plasmada en la conducta inicial e
inquisitiva del profesor.
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