Cuando todavía quedaban nueve lustros para la Revolución
Rusa de 1917, Dostoievski escribió la obra literaria “Los demonios”. El Siglo
de Oro ruso, del que el autor formaba parte junto a Pushkin, Gólol, Tolstói o
Chéjov, se adelantó en el tiempo en la previsión de la tragedia que asolaría a
Rusia décadas después, y que ya apuntaba maneras a finales del Siglo XIX. Fue
el asesinato de Iván Ivanóvich, el que serviría de excusa para tejer la trama
argumental entorno a la cual giraría la novela, poniendo en evidencia la amenaza
que se cernía sobre el horizonte, y que culminaría su elemento de acción con el
asesinato del Zar Alejandro II, el 13 de marzo de 1881. El nihilismo, todavía
incipiente, mostraba su verdadero rostro y anticipaba el resultado final del
triunfo, tras la guerra civil interna de Rusia, del régimen totalitario que se
haría con el poder absoluto a continuación. Los destierros en los gulags y las
purgas llegarían tiempo después, como resultado de la visión profética del
escritor ruso.
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