¿Fue la imaginación de Orwell, o escribió
con conocimiento de causa? La profética novela, en nada difiere de los
acontecimientos que el paso del tiempo ha traído como una consecuencia
inevitable en la evolución de las tiranías.
Toda visión racional que pretendía la
conducción de la humanidad bajo sus premisas, terminaba ejerciendo el crimen
como instrumento maquiavélico para la consecución de sus objetivos, o al menos
hasta hace poco ese era el deux ex machina de cualquier régimen totalitario; la
amenaza del miedo. Sin embargo, los gulags y los crímenes oscuros han dejado
paso a las listas negras de ciudadanos o a la gratificación para aquellos que
acepten a ciegas el régimen que pretenda implantarse, bajo el disfrute de bienes
y servicios negados a los excluidos del sistema. Mientras el politburó queda exento en el
nuevo paradigma de cualquier objeto de control por cualquier instancia, la
nueva tiranía de corte tecnológico no simula el control efectivo sobre
cualquier movimiento de la cuenta bancaria de la ciudadanía, las relaciones
sociales del individuo, la práctica del ocio o el propio pensamiento de la
persona, sumida involuntariamente en un régimen de vigilancia absoluta sobre la
vida corriente de los individuos, coartados más que nunca en su libertad por un
sistema de cámaras y algoritmos, y
conducidos en lo individual por el manejo de su voluntad a través de las
emociones guiadas por medio de la imagen o la demoscopia y, en lo social,
cooptados por la conducción de la masa a través de la corrección establecida
como canon inquisitorial de conducta, que anula al individuo y lo reduce a un
autómata condicionado.
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