“Yo
he perseguido a muerte este nuevo camino, encadenando y metiendo en la cárcel a
hombres y mujeres, como me es testigo el sumo sacerdote y el consejo de los
ancianos”. Hechos 22,4.
Estamos
en la Administración Kennedy. En Estados Unidos corría un rumor; en el país
opera un sindicato del crimen, del que surgirá toda la saga de películas de
cine, entre ellas las míticas de “El Padrino”.
Aunque
el pueblo americano conocía la existencia del crimen organizado, y a sus capos,
como Al Capone, la rumorología decía que, en realidad, operaba en el país un
auténtico sindicato organizado, que tenía tanto o más poder que las grandes
corporaciones.
En
un discurso dirigido a la nación, Robert Kennedy, en ese momento secretario de
Justicia, anunció a los estadounidenses que todo eso no era nada más que un
cuento, y que los americanos lo que tenían que hacer era dejarse de películas y
dedicarse a trabajar.
Justo
en ese momento, ocurrió un hecho insólito. Un individuo llegó a una comisaría
de policía, reconoció su vinculación con la Mafia, y solicitó ayuda policial
porque lo querían asesinar. La policía no lo creyó en una primera instancia,
pero el sujeto comenzó a hablar. Gracias a su testimonio, el cuerpo policial
pudo dar carpetazo a los asesinatos archivados que no estaban resueltos y, al
final, el confidente obtuvo la credibilidad de la policía. El único que no tenía
películas en la cabeza era el pueblo americano. Robert Kennedy no estaba en lo
cierto, y sería asesinado años después. Hay quien dice que la Mafia estuvo
involucrada en su asesinato, con independencia de quien fuera el verdadero
autor intelectual.
El
sujeto, trabajaba para un capo, había escuchado una conversación de su jefe
hablando mal de él, y sabía que la consecuencia iba a ser su inevitable
asesinato. Entró en pánico y terminó en la policía. Para él, se creó de la nada
el programa de protección de testigos, que ahora se ha popularizado en las
películas. Hay un libro que se titula, “The valachi papers”, no
traducido al español, que cuenta toda su historia. Es el primer documento
inédito sobre la Mafia y su funcionamiento interno.
Tendrían
que pasar muchas décadas hasta llegar a los maxiprocesos italianos antimafia, de
Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, bajo la dirección de Antonino Caponnetto, el
magistrado responsable de luchar contra la Mafia en Italia y diseñador de los
maxiprocesos. Tras años de trabajo, apenas conocían nada de la Mafia. Tuvo que
ocurrir otro milagro, totalmente inesperado, para que todo se encauzase. El capo
de todos los capos, se convirtió en un arrepentido y comenzó a hablar delante
de Giovanni Falcone y Borsellino.
Por
primera vez en la historia, la Justicia conocía el funcionamiento interno de la
Mafia. Ésta, tiene una organización tan compleja que un equipo especial de
magistrados no era capaz de desentrañar hasta sus últimas consecuencias. Una de
las primeras personas detenidas en los maxiprocesos, fue un Inspector de
Hacienda, por lo que surge una lógica pregunta, ¿pueden unos simples
delincuentes crear algo tan complejo? Evidentemente, la respuesta debe ser
negativa.
Al
final, los magistrados descubrieron en sus investigaciones que la Mafia es el
sistema, como reconoce Daniel Estulin en una de sus entrevistas:
“En
el libro usas conceptos durísimos contra los gobiernos occidentales y los
despachos de Londres y Wall Street que tus lectores ya conocemos. Me refiero a
las acusaciones de ser aliados de los cárteles de la droga y de los traficantes
de armas”.
Giovanni
Falcone y Paolo Borsellino fueron asesinados por la Mafia, con la colaboración
de los servicios de inteligencia y los responsables encargados de su seguridad.
Los
delincuentes nacidos en las mismas calles de Palermo, en las que jugaban
Falcone y Borsellino, no tienen la capacidad de montar una organización tan
compleja que los jueces no pueden descifrar. La Mafia tiene una organización
secreta, que opera a nivel mundial y que mueve cantidades industriales de
dinero. Alguien ha tenido que diseñar la organización. Funciona por medio de
una Comisión, que reúne a las familias más importantes, y tiene una
organización jerárquica, constituida por hombres de honor, capos, y soldados. Alguien
ha tenido que ser el arquitecto de la estructura de la Mafia, y su organización
podría, haciendo un ejercicio de imaginación, no ser sino una copia a escala de
lo que existe a un nivel mayor de organización mundial.
Haciendo
un paralelismo en otro orden de cosas, podría haber un Consejo, al que pertenecerían
las familias más importantes, un auténtico poder invisible perfectamente
organizado, del que conocemos su parte visible como la Trilateral, el Club Bilderberg,
Davos o el Council on Foreign Relations.
Estamos
ante la instauración de un Gobierno Mundial de hecho y de derecho. La
constitución de derecho de ese Gobierno, es lo que se denomina Nuevo Orden
Mundial, o Nueva Normalidad.
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